Poema - Tan rubia es la niña que... de Amado Nervo

¡Tan rubia es la niña, que
cuando hay sol no se la ve!

Parece que se difunde
en el rayo matinal,
que con la luz se confunde
su silueta de cristal
tinta en rosas y parece
que en la claridad del día
se desvanece
la niña mía.

Si se asoma mi Damiana
a la ventana y colora
la aurora su tez lozana
de albérchigo y terciopelo,
no se sabe si la aurora
ha salido a la ventana
antes de salir al cielo.

Damiana en el arrebol
de la mañanita se
diluye y si sale el sol,
por rubia... ¡no se la ve!

Poema - Cuando llueve... de Amado Nervo

-¿Ves, hija? con tenue lloro
la lluvia a caer empieza.
-Sí, padre, y cayendo reza
como una monja en el coro.

-Damiana, hija mía,
ya enciende el quinqué,
yo tengo melancolía...
-¡Yo también, no sé por qué!

-Padre, el agua me acongoja,
vagos pensares me trae.
-Damiana, la lluvia cae
como algo que se deshoja.

-¿Oyes? murmurando está
como una monja que reza...
-Damiana, ¡tengo tristeza!
-Yo también... ¿por qué será?

Poema - Exhalación de Amado Nervo

Cayó la tarde y el taimado anhelo
que noche a noche la extensión explora,
busca en vano la estrella donde mora
mi luminoso espíritu gemelo.

Como un ave de luz herida al vuelo,
que al caer bate el ala tembladora,
una blanca fotófuga desflora
la comba lapizlázuli del cielo.

¿Es lágrima de un dios ese astro errante?
¿Es «Ella» que dejó su edén distante
para buscarme en la existencia ingrata?

-Tú lo sabes, ¡oh luna dulce y fría,
que trazas, dividiendo noche y día,
tu divino paréntesis de plata!

Poema - Damiana se casa de Amado Nervo

-Con mis amargos pensares
y con mis desdichas todas,
haré tu ramo de bodas,
que no será de azahares.

Mis ojos, que las angustias
y el continuado velar
encienden, serán dos mustias
antorchas para tu altar.

El llanto que de mi cuita
sin tregua brotando está,
tu frente pura ungirá
como con agua bendita...

-Señor, no penes, tu ceño
me duele como un reproche;
-¡Que pálida estás, mi dueño!
-Es que pasé mala noche,
el amor me quita el sueño...

-¡Y te vas!...
-Me voy, es tarde,
me aguardan; ¡el templo arde
como un sol! Tu mal mitiga,
Señor, ¡y Dios te bendiga!
-Damiana, que Dios te guarde...

Poema - Son los sueños que pasan... de Amado Nervo

A veces tu recuerdo se condensa
en mil formas extrañas; huye el día
y en rojo funeral, sobre la inmensa
extensión del azur, ¡la tarde piensa
y yo pienso con ella, vida mía!

¡Pienso en ti!
Cae el sol.
Alguien me nombra:
una voz -¡muy lejana!- de reproche;
y clavado de horror sobre la alfombra,
con los ojos abiertos en la sombra
te busco entre los sueños de mi noche.


El primer sueño

Y un sueño viene a mí. Cruza la sala
con vuelo de fantasma, y se divulga
un rumor ideal si bate el ala,
y es tan puro como una colegiala
vestidita de lino, que comulga:
¡La fe de mi niñez!


El segundo sueño

Oigo un escherso
inefable que el ánima me arroba
y otro sueño se acerca entre el disperso
enjambre, y es azul: el primer verso
que escribí, niño y trémulo, en mi alcoba...


El tercer sueño

Y llega un sueño rosa -¡oh paraíso!-
y siento no se qué dulces resabios:
es el beso primer que de improviso
le dejé a una muchacha que me quiso,
cierta noche de abril, entre los labios.


El cuarto sueño

¡Y luego un sueño púrpura! Ni el cielo
tan vivo luce cuando el sol navega...
¡Le conozco muy bien!: ¡el primer celo!
Mas si ya no sé odiar, ¡si ya el Otelo
murió en mi corazón!
¡qué tarde llega!




Y por fin vienes tú, con el sedeño
pelo arropas mi frente atormentada
y al oído me dices: pobre dueño,
lo mejor de mi ser es ser un sueño,
un copito de luz, un eco, nada...

Y suspiras: «¡Adiós!» y en el tranquilo
azul donde cada astro es como un broche
de trémulo cristal, hallas asilo,
mientras surge el menguante y con su filo
guillotina la testa de la noche...
 

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